lunes, 8 de febrero de 2016

Desquiciado por el viento

La crónica es de Patxi, el lo hace mejor que yo, y no quiero usurpar campos ajenos.
A los guías ya les he dicho en persona, Y sabido es mi cariño admiración y respeto por ellos, así que centrémonos en lo importante, en las sensaciones de carrera.
Elegimos un maratón pequeño, Sin aglomeraciones, sin recovecos, todo ideal para recuperar las sensaciones perdidas en la distancia.
Y todo iba bien hasta el kilómetro 15 cuando el viento hizo acto de presencia de una manera despiadada. Como fenómeno natural que es, aparece cuando le viene en gana, Y pese a que teníamos su presencia, cuando apareció con tanta fuerza, fue imposible no someterse a sus efectos, esas cosas no se pueden ensayar, o si, si ahora tuviese que repetir una carrera, dónde este fenómeno tuviese probabilidades de estar presente, me equiparía de una manera diferente a la de ayer.
Primero, porque a mí el ojo se me seca más de lo normal, estoy gastando unas cuantas monodosis de suero debería haberlo pensado antes quizá, Y haberme llevado unas cuantas para los avituallamiento, pero claro, jamás se me había planteado tal circunstancia.
Mi resto visual es ínfimo, pero todavía me permite tener algunas referencias, Y las que no puedo tomar por el lado visual si lo hago por el lado auditivo. Pero claro, una vez que empieza el viento, y el ojo empieza a secarse, El viento también empieza a colarse por los oídos kilómetro a kilómetro, Y ello hace que mi estado de ánimo María por momentos, por ejemplo cuando empezamos a subir la cuesta de la cementera yo pienso que estamos más lejos que meta, y mi estado de ánimo sube hasta casi la euforia, Sin embargo la subida se hace con mucho viento, Y poco a poco voy perdiendo la orientación, la referencia del sonido de las hormigoneras, que había tomado la semana anterior no vale, pues es domingo, Y cuando llego arriba, mis sensaciones son malas, ahí se ha acabado el maratón. En la bajada sigue soplando el viento, y eso hace que cada kilómetro a mí se me multiplique por tres, incluso hay veces que las sensaciones eran como si corriese en una cinta.
Y es que, lo que hablaba anteriormente de maratón pequeño, Sin aglomeraciones etc., se vuelve en ese momento en mi contra. Con el viento en los oídos, si noción de espacio, empiezo a echar de menos al cosas de la vida, fue gracias a mis días, por lo que poco a poco voy sacando fuerzas de donde no las hay, ya trompicones, y algunos ratos andando, consigo llegar al polideportivo de Arganda. Donde tras una vuelta al estadio conseguimos entrar en meta, Y yo, que no soy nada fetichista en esto de las carreras, recibo una medalla conmemorativa, que sin duda ha sido la que más me ha costado conseguir en mis ocho maratones terminados. 
gún grito, público, pelotón de corredores etc. Soy consciente de que si bastante crítico soy con las multitudes, con 33 2 km en las piernas ayer las eche algo de menos.

1 comentario:

  1. Me quito el sombrero ante ti Rober. Eres un luchador nato y el domingo lo demostraste bien demostrado. Esta ya no te la quita nadie y lo sufrido para conseguirla hace que tenga un mayor valor que si hubiese sido fácil. Un abrazo

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